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Mensaje de Pascua: El Papa clamó por libertad religiosa y paz mundial
A pesar de su reciente hospitalización, Francisco decidió estar presente en esta celebración, una de las más importantes para los católicos de todo el mundo.

Aun convaleciente de una neumonía bilateral que lo tuvo internado en grave estado, el papa Francisco se presentó este domingo en el balcón de la basílica de San Pedro para impartir la tradicional bendición “Urbi et Orbi”, donde realizó un llamado a la libertad religiosa como pilar fundamental para la paz mundial.
Según publicó el portal
Noticias Argentinas, ante una multitud de 35.000 fieles congregados en la
plaza, el pontífice, de 88 años, permaneció en silla de ruedas mientras un
colaborador leía su mensaje pascual.
“No puede haber paz sin
libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto
por las opiniones de los demás”, afirmó Francisco, quien resolvió encabezar la
celebración de la Pascua, uno de los momentos más importantes del año para los
católicos de todo el mundo.
El papa, quien había delegado
la lectura de sus mensajes durante la Semana Santa debido a sus problemas
respiratorios, se mostró visiblemente debilitado, pero presente y activo en su
rol pastoral. La misa del Domingo de Resurrección fue oficiada por el cardenal Ángelo
Comastri, mientras Francisco se limitó a desear una “Buena Pascua” antes de la
bendición.
En su mensaje pascual, el
pontífice realizó un enérgico llamado a todas las partes involucradas en el
conflicto de Gaza, instando a un cese del fuego, la liberación de los rehenes y
la asistencia humanitaria para la población afectada.
Asimismo, Francisco expresó
su preocupación por el “creciente clima de antisemitismo que se está
difundiendo por todo el mundo” y por la “comunidad cristiana de Gaza, donde el
terrible conflicto sigue llevando muerte y destrucción, y provocando una
dramática e indigna crisis humanitaria”.
El papa también criticó la
escalada armamentística global, afirmando que “la paz tampoco es posible sin un
verdadero desarme”. Instó a los líderes políticos a “no ceder a la lógica del
miedo que aísla, sino a usar los recursos disponibles para ayudar a los
necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el
desarrollo”.
Con particular énfasis,
Francisco condenó los ataques a hospitales y trabajadores humanitarios,
recordando que “lo que está en la mira no es un mero objetivo, sino personas
con un alma y una dignidad”.
Por otra parte, el Papa
recibió brevemente al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en su
residencia de Casa Santa Marta, para un saludo e intercambio de felicitaciones
por la Pascua.
El encuentro, que duró solo
unos minutos, se produjo en un contexto de relaciones complejas entre la Santa
Sede y la administración Trump, que llevó a cabo deportaciones masivas, en el
contexto de una política anti inmigratoria. Buena parte de los deportados de EEUU,
son de fieles católicos.
A pesar de su convalecencia,
Francisco intenta mantener algunas actividades. El sábado, sorprendió a los
fieles al acudir a rezar a la basílica de San Pedro antes de la Vigilia del
Sábado Santo, y durante la Semana Santa, visitó la cárcel romana de Regina
Coeli.
En la homilía preparada para
la misa del Domingo de Resurrección, que fue leída por el cardenal Comastri,
Francisco afirmó que Jesús “llora las lágrimas de quien sufre” e invitó a los
fieles a “no instalarse tranquilamente en alguna seguridad religiosa” sino a “ver
más allá, para descubrir a Jesús”.
Asimismo, Francisco
sorprendió a los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro al
recorrerla en el papamóvil tras la bendición Urbi et Orbi del Domingo de
Resurrección.
Francisco quiso saludar
personalmente a los cerca de 50.000 fieles presentes. Durante la bendición, el
pontífice argentino, sentado en su silla de ruedas y sin las cánulas de
oxígeno, deseó una “Buena Pascua” y delegó la lectura del mensaje pascual en el
maestro de ceremonias, Diego Ravelli.
Posteriormente, y de manera
inesperada, recorrió la Plaza de San Pedro en el papamóvil durante varios
minutos, deteniendo el vehículo para bendecir a algunos niños.