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“Tristeza por la partida, pero también alegría por el legado que nos ha dejado”
Afirmó el padre Alberto Barros sobre la muerte del Papa Francisco. La partida del sumo pontífice conmocionó al mundo entero.

El fallecimiento del Papa Francisco provocó un profundo
impacto en la comunidad mundial. El padre Alberto Barros, vicepresidente de
Cáritas Posadas, habló sobre el legado del pontífice y su sentimiento ante la
partida, de quien destacó su intención de transformar la Iglesia católica.
“Por un lado, la tristeza de la partida. Siempre duele la
partida de un ser querido, aun cuando su salud ya estaba muy deteriorada, pero
fue admirable verlo hasta último momento, como buen pastor compartiendo con el
pueblo de dios”, indicó el sacerdote.
Y agregó “la verdad que aún en la tristeza no deja de ser
una alegría que haya partido así, hasta último momento, acompañando a nuestro
pueblo y en el día de la Pascua, unido a Jesús resucitado, ya disfrutando de su
fiesta eterna. Así que la tristeza por la partida, pero la alegría por el
legado que nos ha dejado, por la inmensa riqueza que nos ha dejado a la iglesia
y al mundo”.
“Es indudable que Francisco ha sido un extraordinario regalo
de dios para la iglesia y para el mundo entero”, expresó el padre Barros, quien
al ser consultados sobre este legado del sumo pontífice detalló: “tratando de
ser sintético. En primer lugar, ha tenido la maravillosa intuición de volvernos
a conectar con lo más genuino, lo más fresco, lo más auténtico de la persona y
del mensaje de Jesús”.
“Con el paso de los siglos, la Iglesia siempre corre el
riesgo de ir incorporando cosas accidentales en su vida, preceptos, normas,
estilos, que no son propios de Jesús, y se ha ido generando mochilas de un
montón de cosas que no nos han ayudado. El papa nos sacó esa mochila de encima
y nos conectó con la autenticidad de la persona y del mensaje de Jesús”, señaló
el entrevistado
“Y, desde esa mirada, obviamente, planteó una reforma de la
iglesia muy fuerte. Cuando uno mira a Jesús, el que amó a todos, el que no
excluyó a nadie, el que vino no para juzgar ni para condenar, sino para salvar,
desde esa mirada el papa empezó a hablarnos de una iglesia pobre para los
pobres, donde los últimos eran los primeros, nos habló de una Iglesia abierta,
como él decía, una iglesia que sea casa abierta del padre, donde todos tengamos
un lugar con nuestra vida a cuestas, nadie afuera, todos adentro” porque “durante
mucho tiempo vivimos una iglesia que excluía a ciertos sectores por una u otra cosa”,
detalló el sacerdote.
“Es el Papa del diálogo, el que nos decía, hay que construir puentes, derribar muros. El papa de la fraternidad, de la inclusión. Es el que nos habla de una iglesia samaritana que tiene que estar cerca de los heridos en el camino de la vida, que ha defendido a los migrantes desde el día 1 de su pontificado, a los más pobres, los enfermos, los ancianos, los despreciados. El que nos hablaba de escuchar el clamor de los pobres y el clamor de la tierra, cuidar nuestra casa común, el papa de la justicia social, que nos invitó a recibir a todos, cuidar a los últimos, no excluir a nadie, generar condiciones de vida digna para todos”, reflexionó el padre Barros.
“Un discurso de una fraternidad maravillosa que ciertamente
ha cuestionado también a ciertos círculos pequeños, pero círculos de poder,
tanto dentro como fuera de la iglesia, poder religioso, poder político, poder
económico, que obviamente hablar de los pobres, de justicia social, de
inclusión, de aceptar las diferencias, de no juzgar a nadie causa escozor, bueno,
también el papa tuvo que soportar estas enemistades, pero con la alegría de que
la inmensa mayoría del pueblo de dios y la mayoría del mundo ha sabido
descubrir el papa, incluso gente de otras religiones, de otros pensamientos,
han sabido ver a un hombre de encuentro, de diálogo, que nos conectó con lo más
genuino de la persona y el mensaje de Jesús”, concluyó.