

Por Mario Samaniego
La Teoría o metáfora del Cisne negro desarrollada por el filósofo e investigador libanés Nassim Taleb hace referencia a sucesos que causan sorpresa y generan un gran impacto tras producirse pero que, al estudiarse retrospectivamente, se comprueba eran predecibles.
El conflicto municipal en Posadas puede analizarse según el modelo de un Cisne negro para la Renovación. Ha causado sorpresa, ha tenido impacto mediático y político, pero podía preverse porque estaba vigente el constante reclamo de los trabajadores municipales y dos denuncias oficializadas ante el ministerio de trabajo hacia un funcionario de polémico accionar y otro denunciado ante el gremio: Sebastian Betancourt, director general de Coordinación y Supervisión de la Municipalidad de Posadas y Alejandro Valenzuela, gerente general de Servicios Públicos.
Para la Renovación es evidente que no ha sido una noticia grata la represión sufrida por los empleados que reclamaban situaciones laborales básicas. Que está contextualizada en una causa justa por obvias y lamentables razones: la muerte de Maximiliano Paul Villalba, que en un lamentable accidente en el Barrio Latinoamérica, sobre calle Perú, el recolector de residuos asignado al sector, cayó de la parte posterior del vehículo durante una maniobra de reversa, sufriendo heridas de consideración producidas por la rueda trasera del mismo, que derivaron en su posterior fallecimiento.
Hasta aquí el acto fortuito. Pero luego la soberbia de Valenzuela y Betancourt fueron los detonantes del conflicto municipal. Y resulta patético que la estabilidad de los servicios esenciales que sostienen a un municipio dependan de un Cisne negro que había sido denunciado en varias ocasiones por los empleados municipales. Ellos deben renunciar. Son la razón y la causa del conflicto que terminó en represión policial. Es obvio que no se le puede adjudicar la muerte de Maximiliano a estos funcionarios, pero sí son responsables de las condiciones de precarización laboral en la cual trabajaba. Y quedó claro que “la precariedad laboral, mata”.
Estos funcionarios (los Cisnes negros del municipio) deberán irse. Son y seguirán siendo causantes de sorpresas dentro Servicios Públicos. Pero la razón por la cual deben renunciar es la falta de legitimidad de los mismos, que ha sido mellada por el conflicto, pero por sobre todo, la legitimidad ha sido dañada por la soberbia. El sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos, ha sido la gota que rebalso la paciencia de los trabajadores de la Municipalidad.
Y para muestra solo hace falta un botón. El día del sepelio de Maximiliano, la actitud que generó indignación y desató el conflicto fue que Valenzuela ordenó que “ningún camión vaya ha despedir los restos del trabajador municipal”. Y así retuvo todas las llaves de los vehículos de la base Zaimán. Los trabajadores municipales habían organizado que uno o dos camiones vayan en representación de todo el sector a darle el último adiós a su compañero y acompañar a la familia en un momento tan doloroso. La respuesta ante esta solicitud fue: la soberbia.
“Nosotros estamos cansados de la soberbia de los nuevos funcionarios… ni siquiera tienen olor a municipal”, esta frase es el denominador común de los empelados de Servicios Públicos, al referirse a Valenzuela y Betancourt.
Sin temor a la duda y como conclusión de este conflicto: estos dos funcionarios son Cines negros para Leonardo “Lalo” Stelatto. Y si mantienen sus cargos, solo habrá que estar atentos a si el próximo conflicto toma por sorpresa a la Renovación... o tal vez no.
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