Información General
La oposición misionera y su GPS desconfigurado: aplauden en Corrientes lo que critican en casa
Mientras el oficialismo avanza con obras estratégicas como el Puerto de Posadas, sectores de la oposición misionera eligen aplaudir iniciativas similares en provincias vecinas. La doble vara, el oportunismo político y el olvido del terruño propio quedan en evidencia en una escena cada vez más absurda.

En la política, a veces el problema no es estar en la oposición, sino no saber bien desde dónde se está o para quién se juega. En Misiones, hay un sector de la oposición que parece haber perdido el eje geográfico: se emocionan con obras de otras provincias mientras critican las que se hacen a pocos kilómetros de su propia casa. Y el caso más claro —y más absurdo— es el del puerto.
Hace apenas unos
días, la provincia de Corrientes celebró la habilitación de un puerto en
Ituzaingó. Una obra que, para ser sinceros, tiene más de declaración simbólica
que de potencia logística. Pero aún así, figuras de la oposición misionera como
Pepe Pianesi y otros referentes radicales corrieron a aplaudirla como si fuera
la nueva puerta al Atlántico. Fotos, posteos, elogios desmedidos... casi como
si fueran parte del gabinete correntino.
Lo curioso —y ahí
la doble vara— es que Misiones no solo cuenta con un Puerto de Posadas real,
operativo y con proyección comercial concreta, sino que viene invirtiendo hace
años en consolidarlo como punto estratégico para la salida de la producción
misionera al mundo. Sin embargo, en lugar de celebrar el avance local, esa
misma oposición se encarga de criticarlo, minimizarlo o, directamente,
ignorarlo. Lo que en Corrientes es progreso, en Misiones parece molestarles.
Como si el problema no fuera la obra, sino quién la ejecuta.
Es como si algunos
dirigentes necesitaran salir del territorio para emocionarse. Aplauden en
Corrientes, vitorean en Buenos Aires, retuitean desde Córdoba… pero cuando se
trata de reconocer gestión en Misiones, se les nubla el juicio. O peor: se
activa el reflejo automático de la crítica, aunque esa crítica les reste
legitimidad frente a sus propios votantes.
Porque no se trata
de ser oficialistas, ni de apoyar todo sin cuestionamientos. Se trata, al
menos, de no perder la brújula institucional. De saber que aplaudir a otros por
hacer algo que ya se está haciendo —y mejor— en tu provincia, es pegarte un
tiro discursivo en el pie. Y la ciudadanía no necesita dirigentes que vivan de
viaje político, sino representantes que defiendan lo suyo sin mirar de reojo
quién firma la obra.
Porque al final,
la política no se trata solo de aplaudir cuando conviene, sino de tener
coherencia cuando corresponde. Si el Puerto de Corrientes sirve, el de Posadas
también. Y si algo se construye para el bien de la provincia, no importa quién
lo inaugure, sino para quién está hecho. La oposición misionera tiene derecho a
criticar, claro. Pero cuando esa crítica se transforma en reflejo automático o
en ovación importada, pierde sentido. Y lo que debería ser un aporte se
convierte en papelón.
La gente no
necesita dirigentes que se emocionen con lo ajeno mientras desprecian lo
propio. Necesita representantes que, incluso desde la oposición, sepan aplaudir
cuando Misiones avanza. Porque si no, más que oposición, terminan siendo
promotores turísticos… de otras provincias.