Provinciales
Crisis yerbatera: desde 2015, “nunca ganó tan poco el productor, respecto a lo que sale el kilo de yerba mate en góndola”
Lo advirtió Juan Manuel Gispert, politólogo y especialista en economía del CEPA, quien subrayó que la desregulación del mercado impuesta por el DNU 70/23, sumada a la devaluación del 119% instrumentada por el presidente Milei, está provocando una fuerte “transferencia de riqueza desde el productor de yerba, en favor de las cadenas comercializadoras, que son cinco compañías que manejan casi el 80 por ciento de la de la comercialización de yerba mate en Argentina.”

La desregulación del mercado
yerbatero, impuesta por medio del Decreto de Necesidad y Urgencia N° 70/23 del
presidente ultraderechista Javier Milei, sumado a un aumento en la producción y
de las importaciones de hoja verde, está pulverizando los precios que los
grandes molinos pagan a los pequeños y medianos productores, que en Misiones
representan cerca del 90% de las unidades productivas.
De acuerdo con el politólogo Juan
Manuel Gispert, especialista en economía del CEPA (Centro de Economía Política Argentina)
el DNU que despojó al Instituto Nacional de la Yerba Mate de su facultad de
fijar precios, sumada a un incentivo inicial a la exportación, con caída del consumo
interno –producto de la devaluación del 119% implementada por el ministro de
Economía Luis Caputo en diciembre del 2023–, está ocasionando una “transferencia
de riqueza desde el productor de yerba, en favor de las cadenas
comercializadoras, que son cinco compañías que manejan casi el 80 por ciento de
la de la comercialización de yerba mate en Argentina.”
De acuerdo con Gispert, los
números del complejo yerbatero son contundentes y muestran similitudes con los
de otras economías regionales, como la vitivinícola. “Se ha producido un
fenómeno que ha evolucionado de una forma similar en todas estas economías
regionales. Apenas arrancó el gobierno de Milei decretó una megadevaluación
(119%), eso genera un incentivo muy fuerte a la producción para la exportación y
un precio muy alto de la yerba mate, (que afecta) el consumo interno”,
puntualizó el investigador.
“Eso genera dos fenómenos: un
aumento de la exportación, (y) la caída del consumo interno de yerba. Después se
deja el dólar quieto”, explicó Gispert, quien aclaró que hay que diferenciar entre
las políticas macroeconómicas del gobierno de Milei –control del tipo de cambio
y de los salarios– y la desregulación que impulsaron en algunos sectores, como quitar
“competencias al INYM para regular el precio que se le paga al productor por
kilo de yerba”.
En esta línea Gispert explicó
que “el fenómeno de esta política frente al yerba mate, está produciendo
un contexto de retracción del consumo interno, de caída de la venta, y está
pasando que la industria termina pagándole cada vez menos al productor.”
“Entonces, la participación
del productor en el precio total de la venta es cada vez más bajo. Estamos en
el peor el momento de la serie histórica, es decir, en los últimos diez años
nunca ganó tan poco el productor, respecto a lo que sale el kilo de yerba mate
en góndola del supermercado”, advirtió Gispert.
En síntesis, de acuerdo con el politólogo, “esto se traduce en una transferencia de riqueza desde el productor de yerba –que en la mayoría de dos casos son pequeños productores–, en favor de las cadenas comercializadoras, que (es un mercado que) está muy concentrado. Son cinco compañías que manejan casi el 80 por ciento de la comercialización de yerba mate en Argentina”, argumentó Gispert.
Asimismo, el especialista se
refirió al rol que está jugando el gobierno de Milei, con el aval de aliados de
la UCR, el PRO y partidos provinciales, en el desguace y desaparición del
Instituto Nacional de la Yerba Mate. “Creo que el gobierno ha sido muy claro
desde el principio: ha declarado explícitamente Milei, que no cree de ninguna
manera en el Estado interviniendo en los mercados. O regulando estos
desequilibrios que suceden. Entonces es una situación bastante desesperante”,
subrayó Gispert.
En esta línea, el
especialista del CEPA alertó que esta desregulación que favorece a las grandes
industrias y los grandes capitales, en detrimento de los pequeños productores,
genera una concentración en la estructura de la tenencia de la tierra, con un
éxodo de familias de agricultores que terminan engrosando los cinturones de
pobreza en las grandes ciudades. Es decir, un grave problema sociológico.
“Este tipo de producción de
la yerba mate, como también sucede en Mendoza, con la vitivinicultura, está muy
atomizada. Lo cual es positivo, porque genera que muchas personas puedan
arraigarse en su tierra, quedarse bien en sus pueblos, y trabajar de la tierra
propia. (Pero) esta política de desregulación y permitir que las grandes
industrias tiren al piso el precio al productor y los lleven a la quiebra, genera
un problema sociológico y social en la provincia”, fundamentó Gispert.
“La gente tiene que abandonar
su finca, se tienen que retirar de su de su tierra para irse a vivir a la
ciudad, y se empieza a generar toda una serie de problemáticas sociales mucho
más complejas. Y algo virtuoso que tiene el sector (la prevalencia de los minifundios)
termina en un proceso de concentración, donde hay pocos dueños de muchas
cantidades de tierras. Hacia eso va el proceso cuando el estado se retira de la
intervención del Estado en cómo participa el productor en el precio de venta de
un producto”, argumentó Gispert, señalando que, en los últimos 20 años, en
Mendoza, se sufrió la reducción de los pequeños productores, con una concentración
de las grandes propiedades.
Y amplió: “muchas de esas
fincas cerraron, o sea, están abandonadas, y los grandes capitales, muchas
veces extranjeros, algunos pocos nacionales, se han ido comprando cada vez más
tierra. Entonces, te encontrás grandes bodegas con mucho poder, que están comprando
casi en precio de remate, todas estas fincas abandonadas y teniendo
producciones de cientos de hectáreas”.
En paralelo, “esa familia que
vivía de esa pequeña finca en Mendoza”, de 10 o 15 hectáreas, “termina
abandonando la finca y trasladándose a la ciudad, con las dificultades y los
asentamientos que se van generando en la periferia de la ciudad, sin servicios,
sin calidad constructiva.”
Se da una “pérdida para la
economía de la provincia y una pérdida de la calidad de vida que tiene la
comunidad en general”, enfatizó Gispert, sobre lo que podría ocurrir con las 13
mil o 14 mil familias de yerbateros de Misiones, si se mantiene la política
ultraderechista de Milei.
Repreguntado respecto de si la
concentración del mercado en las economías regionales, como la yerbatera,
impacta en los precios comerciales de los productos, Gispert no dudó en señalar
que tal es el caso. “Es alto el impacto que tienen los precios. Está demostrado
en miles de estudios que, a mayor nivel de competencia y mercados más
perfectos, entre comillas, es decir, donde hay muchos actores en un mercado,
los precios tienen equilibrio hacia abajo. Y, al contrario, cuando hay
concentración en pocas manos, de la producción de un producto, se generan
primero tendencia creciente de precio”, recalcó.
Aparte, según Gispert, tienden
a darse, “algo que nunca vamos a saber a ciencia cierta”, “acuerdos de precio
entre grandes compañías. Es tan simple elegir los mercados, cómo se reparten
los mercados, los segmentos, y los precios de referencia. Entonces, en general,
con un Estado que se retira del cuidado de estos aspectos, estamos en los
peores niveles de consumo de yerba mate de los últimos veinte años”, sentenció
el politólogo.
En el tramo final de la
entrevista, Gispert vinculó el desplome del consumo de la yerba mate, con las
mediciones de la inflación del INDEC, y los problemas específicos de los productores
yerbateros, que están en jaque por el doble proceso de aumento de los costos y
caída de los precios productivos.
De acuerdo con Gispert, “en
términos relativos, en relación al resto de los precios de la economía, la
yerba mate, está más barata. O sea, el precio de venta al público a enero del
2025, aumentó mucho menos que la inflación real de ese mismo período. Sin
embargo, la venta de la yerba cae”, graficó el politólogo sobre esta
incongruencia.
De ahí, “se desprende otro
análisis, que es cómo el INDEC está midiendo una inflación, que subestima el
peso de los servicios, es decir, cuánto destinamos al pago de la luz, del gas,
del agua, de la medicina prepaga, de la escuela de los chicos, de lo que fuera.
Al subestimar eso, el INDEC, parecería que los argentinos están ganando cada
vez más plata, pero después cuando mirás el consumo de leche, de carne, de
yerba, que son los productos esenciales de la canasta básica argentina, están
desplomados y no crecen esos consumos”, subrayó.
Así “te das cuenta, que
aunque algunos productos hayan subido por debajo de la inflación, como es el
caso de la yerba mate, igual la gente no los compra, porque está destinando
mayor porcentaje de sus ingresos a pagar los servicios públicos”, precisó Gispert,
desnudando las falacias en las que incurre el INDEC al medir la inflación con
ponderadores del año 2003.
En ese contexto, el productor
yerbatero se encuentra en una situación límite, porque su cultivo, la yerba mate,
en términos relativos “es más barata que el año pasado, aumentó menos que la
promedio y pero la participación (del productor) en el precio de venta al
público es cada vez menor.”
“La situación es doblemente grave, porque perdió participación en la venta, pero aparte su producto no se actualizó por la inflación, y ese productor tiene que pagar la luz con los aumentos que tiene la luz, y tiene para pagar los gastos que tiene cualquier familia argentina. Es desesperante”, sentenció Gispert, para quien esto explica las protestas, los piquetes y los cortes, que “se terminan transformando en razonables cuando no mira los datos económicos.”