Política
El silencio cómplice también es delito
Editorial por el periodista, Mario Samaniego.

El caso de Germán Kiczka, el exdiputado provincial de Misiones que está acusado de consumir material de abuso sexual infantil, nos enfrenta nuevamente con el lado más oscuro de la política: el silencio cómplice, la impunidad y el poder como escudo de los delitos más aberrantes.
El consumo de pornografía
infantil no es un “error”, no es una “debilidad” privada, es un crimen grave
que perpetúa el abuso, el sufrimiento y la explotación de menores. Cada video,
cada imagen, es una escena real de dolor. Y quien consume ese material no es
solo espectador: es partícipe activo de esa cadena de violencia.
Pero lo que agrava este caso,
no es solo lo que hizo Kiczka, sino lo que sabían —o convenientemente
decidieron no saber— sus compañeros. Entre ellos, Pedro Puerta, dirigente
conocido, amigo y compañero de bancada de Kiczka.
Puerta, una figura activa en la vida política y social de Misiones, alguien que recorría la provincia, que compartía espacios públicos y privados con Kiczka, no puede alegar desconocimiento. La política no puede seguir funcionando bajo el pacto implícito de “no me meto” cuando se trata de crímenes contra los más vulnerables.
Porque si Pedro Puerta sabía
y calló, es cómplice. Y si realmente no sabía, siendo tan cercano, tan presente
en los círculos donde se movía Kiczka, entonces su ceguera es, como mínimo,
sospechosa. ¿Qué tipo de vínculo tenía con él? ¿Qué conversaciones se dieron en
la intimidad del poder que hoy se quieren silenciar? ¿Cuántos más sabían?
¿Cuántos callan aún?
La justicia debe actuar con
todo el peso de la ley, pero también debe investigarse a quienes rodeaban a Kiczka.
No se trata solo de castigar a quien cometió el acto, sino de desmontar las
redes de silencio y protección que permiten que estos delitos persistan durante
años sin consecuencias. Porque cuando se trata de abuso infantil, el que calla
no solo otorga: perpetúa.
Es tiempo de que la política
deje de ser un refugio para delincuentes y un espacio de impunidad. Y es tiempo
también de que quienes hoy callan o se lavan las manos, entiendan que la
sociedad ya no acepta excusas. La verdad tiene que salir a la luz. Toda. Caiga
quien caiga.